Primero que todo permítanme disculparme por el título tan aburrido. Odio los clichés tanto como cualquier otro. Pero pase media hora tratando de encontrar una mejor manera de describir mi primera experiencia en la Isla Lubang y no pude. Así que ahí tienen.
Sorpresa número 1:
Mi primera vez en Lubang fue bajo el consejo por alguien que, solo un par de semanas antes, me había llevado en un viaje muy largo por una carretera destapada a un destino que, francamente, fue muy decepcionante. Por eso cuando esta misma persona me dijo que echara un vistazo a Lubang, tenía mis dudas y no hubiera ido si mi viaje de reconocimiento a otro lugar no fuera cancelado. Dio la casualidad que tenía una semana libre y una necesidad urgente por un nuevo destino de viaje, así que me embarque en buque de carga y decidí darle una oportunidad a Lubang. Ahora no puedo sino estar agradecido por haberlo hecho (perdón por otro cliché).
Inmediatamente después de poner mis pies en el puerto, algo en la isla me hizo sentir buena energía. No fue el aire fresco, las playas de arena blanca o las montañas con densa vegetación. Fue la ausencia de cualquier señal de turismo. No había tiendas de recuerdos, restaurantes, cabinas turísticas – ningún turista. Y luego entendí el por qué de la recomendación de pasar la noche en una casa de familia: si no hay turistas, no hay hoteles.
La casa de familia donde me hospedé fue otra sorpresa. Era muy decente – mejor que muchos hostales en los que me he quedado. Pasé el resto del día caminando por las playas y tierras de cultivo en las afueras de la ciudad, preguntándome cómo un lugar tan bonito, tan cerca de Manila, podía estar libre de turismo.
Número Sorpresa 2:
Es difícil que una playa me impresione. He estado en tantas, en Filipinas y otros países, que me he convertido en un snob de playas. A decir verdad, ni siquiera me gustan ya las playas, y me parecen aburridas a no ser que haya un arrecife de coral saludable a su lado.
Las playas de la isla de Lubang fueron asombrosas. Si, sus arrecifes de coral fueron buenos para practicar buceo libre, pero si hubiera mantenido mi cabeza fuera del agua, me hubiera sentido pleno. El paisaje formado por rocas y acantilados que contrastan con la arena fue espectacular. Explore formaciones de roca y descubrí cuevas formadas por los golpes de las olas y piscinas ocultas llenas de peces coloridos. Una vez más me pregunté – encantado – cómo un lugar así puede ser tan desconocido. Nuevamente me encontré cara a cara con mi dilema siempre presente: ¿realmente quiero traer viajeros a este lugar tan puro? Ahora rezo para que los pocos con suerte que decida traer – solo grupos de máximo 6 o 7 – no marquen el inicio de una horda.
Nota a la horda:
La isla Lubang es muy aburrida. No hay bares ni vida nocturna. No hay motos acuáticas, ni bananas ni otros fiesteros de playa que le tomen su foto saltando. Para nada merecedora de su tiempo. Por favor no me sorprendan viniendo hasta acá.